sábado, 7 de marzo de 2009


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Logo-Sapiens




El axioma actual que domina el mundo mercantil y empresarial es: hay que producir marcas y no productos. Los principios básicos de producción establecidos desde hace décadas, sino siglos, han sido relegados a un segundo plano. Consumidor, ¡compra, compra, compra! Marcas convertidas e idolatradas como símbolos icónicos de la sociedad. Artículos que triunfan comercializados como conceptos.

El logo lucha terriblemente contra sus rivales y contra otras empresas del entorno por acaparar nuestra atención. ¿Acaso las personas son marcas? Algunos predican que la crisis del posmodernismo ha anulado al ser humano occidental y nuestro comportamiento, cegado por un marketing feroz, un consumismo desorbitado y unas ansias de adquisición, transgrede principios intocables desde que tenemos uso de razón intoxicando la propia naturaleza humana.

Se trata de un tira y afloja y ese es el éxito y el engaño de esas multinacionales que invitan a este juego, en un terreno simbólico, de los presupuestos de la identidad: publicidad, lenguaje imaginario, deseos desordenados del consumidor. Un simple objeto de consumo es sustituido por una imagen capaz de hacerlo acceder a la dimensión del mito. El individuo deja de serlo. Se desvanece para quedar transformado en marca. Se identifica por y con ella. Reniega de sus atributos naturales más importantes y personales. Así de sencillo, así de inhumano.



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