martes, 28 de abril de 2009


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Credo Consumado

El concepto de consumo cada vez refleja menos la subsistencia del ser humano y cada vez más lo que nos transforma y nos promueve a mostrarnos y demostrarnos entre nosotros. Un fenómeno altamente significativo de nuestra sociedad es la hiperabundancia de bienes materiales puestos a disposición de la generalidad de los individuos. El modelo que prima es el de la “sociedad de la opulencia” basada en el consumo indiscriminado y compulsivo a través de acciones casi instintivas de nuestra especie, actos individuales y volitivos, pero también actividades interpretadas como fenómenos sociales que ha supuesto una profunda alteración de las relaciones entre la humanidad y la naturaleza.



Compramos y adquirimos; nos dejamos seducir y atraer por productos deliciosos impuestos por la publicidad y la moda. Dejamos de ser lo que somos.

OYS


Baudrillard, en su obra “El sistema de los objetos” habla de la normalización del mobiliario en los hogares. Muebles escogidos según los gustos, necesidades y posibilidades adquisitivas de los inquilinos. En nuestra sociedad consumista la casa se viene a convertir en “tarjeta de visita” de cara a los demás: soy así y me defino por lo que tengo.
Dentro de nuestras casas personalizamos los espacios mediante el maquillaje y el camuflaje decorativo: adquirimos en el mercado muebles que disponemos junto a otros objetos personales, a modo de álbum de la memoria, para testificar nuestras historias y activar en cada uno de nosotros asociaciones imaginarias y reales; espacios únicos y domesticados para autoreferenciarnos.




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